19 diciembre 2006

La voz de los bubis en el exilio

El líder bubi de la Isla de Bioko en Guinea Ecuatorial, Weja Chicampo, que vive refugiado en España desde 2004, pide que la política de cooperación española con su país prime la exigencia del respeto a los derechos humanos.
Pocos jóvenes españoles conocen la historia de aquellos territorios del golfo de Guinea que se mantuvieron durante dos siglos bajo la tutela de España. Y los adultos andamos desmemoriados con aquellos africanos que todavía hoy hablan nuestro idioma, y que hasta hace algo más de 40 años compartían con los españoles de la metrópoli cierta identidad. Es una lástima teniendo en cuenta que en Guinea Ecuatorial, un pequeño país de a penas 28.000 kilómetros cuadrados y poco más de medio millón de habitantes, conviven cinco etnias, con lengua, creencia e idiosincrasia propias. Aunque el 80% de la población es fang, encontramos la minoría bubi, mayoritaria en la Isla de Bioko, antigua Fernando Po, y segunda comunidad étnica del país. Pero también hay annoboneses -aunque la Isla de Annobón sólo tenga 17 kilómetros cuadrados-, doués y visios.

Ya antes de la época colonial el puerto de Fernando Po, actual Isla de Bioko, se configuraba como un punto comercial importante, así como parada imprescindible para el abastecimiento de agua y víveres de aquellas embarcaciones que se dirigían a las Indias y lo hacían a través de Ciudad del Cabo en Suráfrica. «De allí España importaba el cacao, la madera, el café y la banana, eso hacía que mantuviera una relación estrecha, sobre todo con Valencia donde arribaban los barcos», nos explica el coordinador general del Movimiento para la Autodeterminación de la Isla de Bioko (MAIB), Weja Chicampo, que se encuentra refugiado en España desde el año 2004. El representante bubi, que visitó Valencia invitado por Amnistía Internacional, afirma que también hoy la Isla de Bioko aporta gran parte del Producto Interior Bruto de Guinea, sin embargo sus habitantes, la mayoría bubis, son más pobres cada día, debido «a la tiranía de un régimen dictatorial clánico donde los fang ocupan todos los puestos de la Administración, mientras el resto de minorías étnicas sufren continuas violaciones de derechos, y se expulsa a la población joven del país dadas las escasas oportunidades para salir de la pobreza».
Sin embargo el país subsahariano posee importantes bolsas de gas y petróleo. Guinea Ecuatorial produce casi 800.000 barriles de petróleo diarios. «Es una cantidad muy elevada para una población tan reducida, que además no repercute en los presupuestos del Estado» denuncia. A pesar de ello, Chicampo reconoce que Guinea estaría en la «absoluta miseria sin el petróleo» dado que, según el dirigente bubi, con el régimen de Teodoro Obiang la producción agrícola e industrial, así como el Producto Interior Bruto han disminuido vertiginosamente: «Ya no se trabaja en el campo, existían más de 40.000 hectáreas abiertas en plantaciones de cultivos, pero hoy en día esto ha desaparecido. No aprovechamos nada, ni si quiera la pesca». En palabras de este opositor al régimen de Obiang, «Guinea vive 40 años de Estado policial con prácticas continuas de terrorismo de Estado, donde los negocios sucios, la corrupción, el tráfico de armas y drogas los realiza el Estado a través de los cuerpos diplomáticos y las instituciones de gobierno».

Futuro desalentador
Weja Chicampo es pesimista con respecto al futuro, puesto que crece el analfabetismo y, advierte, la educación no es un interés prioritario para Obiang: «Existe corrupción a todos los niveles, y nadie puede decir que se aplique la justicia, porque el mismo sistema judicial está marginado, no tiene autoridad para ejercer su función. Los jueces no determinan la justicia, dado que todo depende del magistrado, y el máximo magistrado es el propio Jefe del Estado».
En este sentido, el líder de la comunidad bubi urge al gobierno español a que en su política de cooperación con Guinea prime la exigencia del respeto a los Derechos Humanos, porque como ha reconocido «de nada sirve la ayuda económica a los Estados empobrecidos si ésta no repercute en la población». Según Chicampo la sociedad guineana está vacía y vive temerosa y muda por miedo a las represalias. «Tenemos recursos suficientes para desarrollar el país, pero están pésimamente administrados», concluye

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