22 noviembre 2006

El enigma de Guinea Ecuatorial

CUANDO el 14 de febrero de 1972, hace ahora, por tanto, casi treinta y cinco años, todo lo referente a la República de Guinea Ecuatorial era declarado 'materia reservada' por el Gobierno de Franco, yo estaba allí, en Santa Isabel -hoy Malabo-, capital de la antigua colonia española. Había llegado hacía quince meses. En mi pasaporte no constaba mi condición de periodista, dato suficiente para haberme vetado la entrada en el país. Llegaba en calidad de profesor, y como tal ejercí durante dos cursos, llegando a dar clase a un hijo del entonces presidente Macías.

Viví de lleno y de cerca una de las dictaduras más atávica y sanguinaria de la historia moderna. Francisco Macías, primer presidente electo de la República guineana -independiente desde l968-, se convierte pronto en un verdugo implacable de su propio pueblo, eliminando violentamente a cuantos él sospecha contrarios a su autoridad y mando.
Pero sus iras y desmanes se extienden así mismo a la antigua metrópoli, al Gobierno de España y a los españoles residentes en Guinea. En l969 se produce un éxodo masivo de colonos -se calcula que huyeron, con solo lo puesto, más de seis mil en cosa de una semana-, y todo ello lleva al Ministerio de Exteriores franquista a declarar, como comentaba al arranque de este artículo, 'materia reservada' todo lo referente a la excolonia española, e imponer, por tanto, un silencio absoluto a la prensa. A partir de ese momento, la opinión pública española ignora por completo cuanto allí pasa, y la Administración española cierra los ojos ante la masacre del dictador -de la que yo estaba siendo testigo- y hace oídos sordos a los continuos ataques verbales, cuando no afrentas explícitas, del deslenguado, y cada vez más crecido, presidente Macías.

Pero es más: cuando en octubre de l976, ya muerto Franco y restablecida la democracia en España, se levanta el veto de Guinea a la prensa, el entonces ministro de exteriores, Marcelino Oreja, recomienda, no obstante, prudencia a los periodistas, para «salvar a toda costa la figura de Macías» (sic). ¿Por qué tanta prevención y cautela? Solo un mes antes de la aludida derogación del secreto oficial, en una clandestina rueda de prensa celebrada en Madrid por el Secretario de Estado guineano Mba Oyono, este declaraba que «el tema de Guinea era materia reservada porque no interesa que se sepa en España lo que sucedía en Guinea. Carrero Blanco controlaba más de la mitad de las explotaciones madereras del país, y accionistas de las explotaciones de madera, cacao y café eran varios ministros españoles y altos cargos de la Marina destacados en Guinea».

Sea como fuere, el mutismo en todo lo referente a la ex colonia española se prolonga luego hasta el derrocamiento y ejecución sumaria del dictador Macías, en agosto de l979. Lidera el golpe de estado su sobrino, el teniente general Teodoro Obiang, pero la situación interna de Guinea, dictatorial y represiva, sigue más o menos como estaba. Obiang dio en un principio señales de cambio y yo personalmente fui testigo directo de ello. Resulta que Macías me había declarado 'persona non grata' con motivo del libro que publiqué en 1977 -'Guinea, la ley del silencio'-, y al ser derrocado el dictador me aventuré a dirigirme por carta al nuevo mandatario, solicitando su gracia y la autorización para volver a Guinea, como enviado especial de una agencia de noticias española, a fin de informar precisamente del juicio y luego condena a muerte del destronado Macías. Me contestó Obiang con una diplomática misiva de «absolución» de mi condena anterior, pero luego, al gestionar los trámites pertinentes para mi viaje, la embajada guineana en Madrid nunca -hasta el día de hoy- me concedió el visado.

Pero vengamos al presente: han transcurrido veintiocho años del golpe de Estado de Obiang y la opinión pública española sigue más o menos en la misma inopia de siempre en relación a cuanto ha sucedido en este largo periodo y sigue sucediendo en la actualidad. El régimen de Teodoro Obiang, al igual que antes el de su tío Francisco Macías, sigue siendo un enigma para el español de a pie. Es como si todo lo concerniente a Guinea Ecuatorial constituyese un 'oscuro asunto de familia' del que es mejor no hablar.

La prueba la tenemos en la reciente visita oficial del presidente Obiang a Madrid. Rodeada de la polémica que todos conocemos, la prensa se ha ocupado del viaje y sus circunstancias, pero, una vez concluído y pasada página del calendario, verán ustedes cómo vuelve el silencio y el olvido. Y si en la época de Macías había turbios manejos políticos franquistas que ocultar, ¿cuál es el motivo del oscurantismo, la cautela y la tolerancia, tanto en lo tocante al régimen interno como a sus relaciones con España, en el ya largo mandato de Teodoro Obiang? ¿Es acaso el petróleo el que otorga 'legitimidad', no solo ante España, sino a nivel internacional, a uno de los regímenes más dictatoriales y conculcadores de los derechos humanos del momento?

Datos al canto: Estados Unidos, que había suspendido sus relaciones diplomáticas con Guinea Ecuatorial en l995, vuelve a reanudarlas en 2003, habida cuenta de que el pequeño país del Golfo de Guinea se ha convertido en el tercer productor de crudo del África subsahariana y los tres máximos explotadores son las compañías yanquis Exxon Mobil, Chevron Texaco y Triyo Energy. ¿Acaso son también las petroleras españolas la causa de que se tolere y compadree, a instancias diplomáticas, con un 'dócil' dictador que se enriquece escandalosamente a costa de la miseria de su pueblo, conformándonos con el paladino gesto de prohibirle la entrada en el 'democrático' Congreso español, en su reciente visita a nuestro país?

La opinión pública española debe exigir algo a lo que tiene derecho: saber de un pueblo hermano que, aunque independiente y soberano, lleva ligado histórica y sentimentalmente a nosotros desde l777, es decir, hace casi dos siglos y medio.

RAMÓN GARCÍA DOMÍNGUEZ/ESCRITOR Y PERIODISTA

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mientras el Pueblo y Gobierno de Espana siga siendo racista, no habra nada que hacer.

Angel dijo...

Realmente crees que es un problema de racismo. Por lo que conozco es más un problema de ignorancia de los españoles hacia los guineanos fomentado por no sé qué razón que ha "escondido" la realidad del pueblo guineano hacia los españoles. Muchos españoles no saben de la existencia de Guinea Ecuatorial y aún menos sabe que una de sus lenguas oficiales es el castellano. Es triste pero real.
Si la última visita de Obiang sirve para ayudar a que Guinea sea un poco más libre, democrático, ... bienvenida sea.